Mi ser ancestral [parte 3]

Llevo 20 años ocupándome del árbol familiar y recogiendo de su conocimiento frutos de enorme poder y conciencia. 

Mis ancestros proceden de diversas regiones de España, Italia, Portugal, Francia y Suiza en Europa, Uruguay, Brasil y Argentina en América del Sur. He hablado con los ancianos, revisado registros civiles y parroquias en pequeños pueblos de Italia y España, he viajado a muchos de los lugares donde han vivido mis ancestros algunas generaciones. Este verano pasaré también por tierras de ancestros, en pueblos de Castilla y del norte de Portugal. 

En general verifico que mis antepasados solían moverse mucho. Casi cada generación se movía al menos a un pueblo a unas decenas de kilómetros, cuando no se trataba de cruzar el Atlántico.

De hecho, desde lo que conozco y tal como lo interpreto, toda mi familia anterior fue buscadora de la abundancia, la libertad, la verdad, el amor, la belleza y la justicia. Todo mi árbol genealógico fue moviéndose de un lugar a otro buscando esa libertad, abundancia y demás cualidades citadas, o más bien moviéndose por la sensación de falta de ellas.

También la elección de algunas de las distintas profesiones que eligieron siento que buscaban, a su manera y desde su percepción, esa igualdad y libertad: militares y policías (desde mi tataratatarabuelo en Génova pasando por otro tátara abuelo por otra rama hasta dos de mis bisabuelos); abogados y uno director general de la policía (mis bisabuelos y abuelos) y finalmente mi padre economista y revolucionario.

Veo en todos ellos distintas formas de ver cómo crear una sociedad más justa. Tal vez sea una lectura excesivamente complaciente, pero así me llega. Aunque, ahí también, me llega la contradicción entre unas buenas intenciones inocentes y el papel real de estar desempeñando una función concreta en esta sociedad. En todo caso, me gusta ver que la familia fue experimentando y aprendiendo generación tras generación cómo contribuir realmente a esa sociedad más justa. Y ahí me siento yo también,  simplemente sumando y contribuyendo a esta enorme tarea.

Otros ancestros dedicaron al arte (un tatarabuelo pintor, dos abuelos artistas, pintora y poeta respectivamente; el abuelo además fue líder de una comunidad espiritual) o la sanación (una tatarabuela comadrona y terapeuta naturista, además de recoger niños abandonados de la calle; mi madre durante un tiempo ejerció como enfermera).

Entonces esa búsqueda de libertad, justicia, abundancia, belleza, salud y amor me atraviesa tal cómo lo ha hecho a toda mi familia desde que tengo registro. O al menos eso es lo que interpreto yo de la investigación de nuestro árbol genealógico familiar, cuyos primeros datos encuentro a inicios del siglo XVI en Navarra. Antes ya no hay más datos de nosotros los plebeyos, pues fue el concilio de Trento de 1545 el que instituyó que se registraran nacimientos y bautismos, matrimonios y fallecimientos.

Fotos:
1 Almodóvar de Río, Córdoba, donde nació mi bisabuelo materno.
2 Estella, Navarra. Aquí vivieron antepasados maternos durante el siglo XVII.
3 Santo Stefano d’Aveto, Génova, donde nació mi tátara tátara abuelo paterno.

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