En este preciso instante, hace ahora 13 años, empecé mi primer taller de bioenergética. Increíble, ¿verdad? Aquello que comenzó como una simple exploración, una pasión, un descubrimiento, se transformó en algo más: una necesidad de aprender y contribuir con algo que daba una vuelta más profunda al sentido de mi vida: una auténtica misión.
Todo comenzó en un momento de crisis personal en mis treinta y tantos años, desencadenada por el fallecimiento de mi madre, separación con la madre de mis hijos y el doloroso desmembramiento de una familia hasta entonces extraordinaria, debido a conflictos y acusaciones. Esta etapa me hizo consciente de las divisiones no solo familiares sino también entre compañeros comprometidos con causas sociales. Nos sobraba crítica hacia el exterior, pero nos faltaba contribuir desde la unidad y el apoyo mutuo.
Fue entonces cuando decidí sumergirme en el mundo de la bioenergética y el tantra, junto con otros caminos terapéuticos y espirituales. Me llamaron la atención aquellas tradiciones, como el taoísmo y el tantra, que desde sus orígenes no negaron la sexualidad. Esta exploración me llevó a formarme en tantra con figuras como Daniel Odier y Eric Baret, y en bioenergética con Ferran Pascual y Esther Ballber. Pronto, apenas terminada mi formación, empecé a dar talleres, marcando el inicio de un camino que el 11 de marzo de 2011 se materializó. Trece años después, me encuentro celebrando el haber compartido desde ese lugar, ofreciendo algo que, al principio, era completamente nuevo para mí: enseñar bioenergética. Con el tiempo, he desarrollado mi propia metodología, la bioenergética trika.
Hoy, mirando hacia atrás, me siento profundamente agradecido y feliz por haber tomado este camino. No solo se trata de un viaje personal de crecimiento y aprendizaje, sino también de la oportunidad de compartir con otros este enriquecedor proceso. ¡Vaya travesía más extraordinaria! Y esto, amigos, es solo una parte de la historia. ¡Impresionante!
📸 @luzalritmo