Mi proceso con Mayéutika empezó hace dos años. ¡Es un camino lleno de sorpresas! Durante este tiempo he ido ganando confianza en mí mismo, en el cuerpo y en la vida. Llegué con una intención y me encontré con algo que va mucho más allá, muchos regalos y una comunidad. Mi sensación es que no se trata de una formación, sino más bien de un camino que te puede llevar a un lugar más grande, más espiritual y transpersonal.
Entrevista: Ximena Ordóñez Cárdenas
Fotografía: Stephan Vallott
¿Cómo llegaste a Mayéutika?
Por mi pareja. Ella estaba haciendo la formación y en ese entonces yo estaba en un proceso de cambio vital. Había dejado mi trabajo, me fui a vivir con ella y estaba reenfocando mi carrera porque no quería continuar trabajando como ingeniero. También sentía que tenía ganas de trabajar desde el cuerpo. Hacía yoga por las mañanas y meditaba. Era como si la sensibilidad del cuerpo se empezará a abrir y me dijera que necesitaba trabajar desde otro lugar que no fuera la mente. Entonces fui a una sesión abierta, probé y me gustó.
¿Cómo fue esa primera experiencia?
Dos estudiantes que habían terminado el segundo año me dieron un masaje bioenergético y fue una experiencia brutal. Mi sensación al terminar el masaje es que ahí había mucha humanidad, mucho corazón. Pensé: «Yo quiero estar aquí. Me gusta cómo es el proceso y lo que estoy sintiendo». Y desde ahí empecé a asistir los jueves a bio+.
¿Recuerdas qué te llevó a decidir iniciar la formación?
Fue una decisión que me tomó su tiempo. Estaba en este momento de cambio y tenía muchas dudas, mucho miedo. Sin embargo cada vez que hacíamos una dinámica en bio+ y enraizábamos sentía que me conectaba con una seguridad y una confianza muy bestia. Recuerdo quedecidí entrar en la formación desde la conciencia de que el cuerpo me lo estaba pidiendo. Pensé: «Este es un proceso para disfrutar, no voy a pensarlo como trabajo y voy a disfrutarlo desde el cuerpo».
¿Cuáles fueron temas importantes que viviste durante este primer año?
Pese a haberme planteado disfrutar enseguida caí en mi tendencia de autoexigencia y de querer conseguir algo. En el tercer o cuarto intensivo, me saturé y me dije ¡Ya no quiero más! Estoy cansado. Acabo primero y luego lo dejo. ¡Esto no es para mí! Y, hacer ese intensivo, soltando la exigencia y las ganas de llegar a algún lugar fue genial. Fue lo que me posibilitó poderlo vivir mucho más. Ésa fue uno de los aprendizajes vividos más potentes: el poder disfrutar de las cosas tal como son, sin juicio.
Otro de los temas importantes de este año ha sido conectar con mi espiritualidad. Literalmente sentí como mi corazón se abría de golpe. Pensé: «¡Hostia, esto qué es!». Reconocer desde el cuerpo la espiritualidad que estaba luchando por salir también fue un momento clave.
¿Cómo contribuye la formación en tu proceso de conocimiento y crecimiento personal?
Este año ha sido un proceso de darme cuenta que he madurado como persona. Ha sido como salir de un espacio en el que intentas llegar a algún sitio o ser de determinada manera y darte cuenta que el foco está más allá de mí mismo. Es confiar que es un proceso mucho más amplio, y eso me ha posibilitado desarrollarme y crecer como persona. He ganado confianza en mí mismo y sobre todo he ganado confianza en la vida y en que todo se ordena y que todo está bien como está. Esto ha sido el centro de mi proceso: confiar en la vida y que todo está bien.
¿Qué te llevas de este primer año?
Me llevo mucha consciencia. He tomado consciencia de lo que está pasando conmigo. Me he dado cuenta de qué pasa en mí, cuando me relaciono con el entorno. Sentir que estoy disfrutando algo y también cuando no lo estoy disfrutando. Puedo empezar a conectarme, por ejemplo, con la tristeza sin querer salir huyendo. O cuando sale el enfado, reconocerlo y saber que también es necesario. Es esa consciencia de ver qué es lo que está pasando ahora mismo.
¿Qué herramientas se han consolidado para tu camino?
Para mí, Mayéutika es como un modo de vida. De hecho, en ningún momento lo he vivido como una formación. Ha sido un proceso vital, volver a vivir, volver a ganar esa sensibilidad. Desde el cuerpo, todo ha cobrado una dimensión tan grande, tan transpersonal-no dual (ríe), que nada está bien o está mal. Las cosas suceden y punto.
Ahora siento mi cuerpo como una herramienta para la vida. Las emociones las noto en el cuerpo. Por ejemplo, antes no tenía consciencia de estar con los pies en el suelo. Parece muy absurdo, pero ahora voy caminando por la calle y tengo todo el rato la conciencia de la planta del pie tocando el suelo y de estar muy enraizado. Esto me ha dado mucha seguridad y me conecta con mucha fuerza. Además, cuando hago algo, lo hago con mucha conciencia. Por ejemplo, en mi trabajo. Cuando voy a dar mis sesiones, llego un poco antes y pongo la intención de que lo que voy a hacer le sirva a los demás. Es una especie de ritual que me conecta con el cuerpo, con el momento presente y con la seguridad que he ganado durante este proceso.
¿Qué le dirías a una persona que está pensando en iniciar el proceso de ciclos+ de Mayeútika?
Que no se lo piense demasiado, que lo sienta. Que se lo deje sentir en el cuerpo. Que lo pruebe. El ciclo+ es intenso y el cambio en los nueve meses puede ser muy bestia.