Amo viajar por los lugares donde vivieron mis antepasados. Es una manera de corporizar, sentir y vivir toda la investigación que hago de mis propios ancestros y que siento que empodera mi propio camino. En efecto, desde antes de nacer mi tercer hijo, que este verano cumplirá 18 años, emprendí la tarea monumental de ocuparme, dentro de mi familia, de centralizar las investigaciones sobre nuestro árbol genealógico, como regalo a mis tres hijos y ahora también a mi primer nieto. Sin embargo, además de esa visión inicial de regalo a mi descendencia, poco a poco fui sintiendo y comprendiendo como cada descubrimiento iba transformando mi percepción y comprensión de mí mismo, convirtiéndose en fuerza, confianza y cientos de matices que observo ahora mismo en mi vida. Para mí la vida es la que está viva en el presente y todos los ancestros están presentes como conciencia en las personas que estamos vivos ahora mismo: en nuestro caso, hasta cuatro generaciones vivas ahora mismo: desde mi padre, pasando por mí mismo y mis hermanos, mis hijos y sobrinos, y por último mi nieto. Todos los ancestros viven en nosotros, con sus cargas, sí, como dicen muchos terapeutas, pero yo reconozco fundamentalmente sus poderes, sus sabidurías y anhelos de justicia y libertad.
Uno de los los últimos descubrimientos fue que según la partida de bautismo de mi tátara tátara abuela María Jacinta (nacida en 1787 en San José, Uruguay) sus padres eran, textualmente, «frutos esclavos negros liberados». Sin ninguna anotación más creo que se refiere a lo siguiente: mis antepasados directos nacieron esclavos pero fueron liberados por sus propietarios, tal vez en reconocimiento a los servicios prestados, por su participación en alguna guerra o como medida de gracia a la muerte de sus señores. La esclavitud se abolió para todos en Uruguay mucho tiempo después. No se contentaban con llamarlos «esclavos», sino que en su calidad de objetos vivos se designaban como «frutos». Además la notación «negros» podría referirse a esclavos africanos, sin embargo se llamaba «negros» indistintamente a los «negros de India» (indígenas americanos) como a los «negros de África». Según los cuentos, mi tatarabuela era india, así que nos concuerda más que fueran indígenas, probablemente charrúas, una de las principales étnias de Uruguay que fueron víctimas del genocidio perpetrado por los descendientes de los españoles en 1830 en la conocida traición de Salsipuedes, tras colaborar con los criollos en la independencia del país latinoamericano. ¿Alguna duda de porqué la libertad y la justicia social han guiado no sólo mi vida o la de mis padres, si no la de muchos de mis ancestros?
La imagen corresponde de las regiones donde hemos nacido y vivido nuestra familia y los ancestros conocidos extraída por el programa de genealogía donde registro la historia familiar: básicamente España, Italia, Portugal, sur de Francia y de Suiza, en Europa, y Uruguay, sur de Brasil y norte de Argentina, en América Latina.
Dejo la visita a San José, Uruguay, para fines de este año, cuando pienso cruzar el charco y conocer la población donde nació mi tatarabuela india, hija de esclavos liberados. En la semana santa de este 2022 visité la tierra de mis ancestros en Navarra (siglos XVI a XVIII). Este verano voy a Portugal, donde tengo registro de antepasados en diferentes localidades alrededor de Viseu, Braga y Oporto (siglos XVII y XVIII).
¿Conoces las tierras de tus ancestros? ¡Te recomiendo viajar por ellas!